martes, 19 de febrero de 2013

El delicado equilibrio entre las ciudades y el agua de lluvia


 
 
 
 
La complejidad de los mecanismos hidrológicos en los medios urbanos es poco conocida en la región. El tema de hidrología urbana se vincula tanto a la cantidad como a la calidad de agua que debe manejarse durante una tormenta. El rápido crecimiento de las concentraciones urbanas impone una serie de situaciones conflictivas entre sus habitantes y el agua. Uno de estos conflictos es originado por las aguas de escurrimiento superficial por causa de un deficiente sistema de control del drenaje superficial urbano en cantidad y en calidad. El crecimiento urbano desorganizado es la causa más frecuente de catástrofes graves en varias ciudades de América latina.

Varias ciudades de la región presentan condiciones adversas para hacer frente a los excesos de agua durante tormentas prolongadas lo cual impone altos costos a la población para poder enfrentar las situaciones no deseadas. El costo normal de construcción de sistemas de evacuación de aguas de lluvia en zonas urbanizadas es tres a cuatro veces mayor que el de abastecer a la misma zona con agua potable o proveerla de sistemas de tratamiento de desechos sólidos. Construir una tubería de evacuación de aguas de lluvia equivale o supera el costo de una pista de circulación de automóviles.

Debido a esta realidad los enfoques al manejo de aguas de lluvia han evolucionado paulatinamente en los países más industrializados como Francia. En dicho país, a principios del siglo pasado la población urbana asoció la presencia de enfermedades con las aguas estancadas en charcos que quedaban luego de una lluvia. Se desarrolló entonces el concepto de evacuar estas aguas lo más rápidamente posible. Se diseñaron consecuentemente enormes redes subterráneas de colectores de aguas de lluvia o aguas “sucias” después de haber lavado la ciudad.

En Francia, en 1894, se dictó inclusive una ley que se titulaba “todo al desagüe”. En esa época se disponía sólo de una red única de ductos subterráneos para el desagüe doméstico y de industrias y la evacuación de aguas de lluvia.

Entre las dos guerras mundiales se comenzaron a construir plantas de tratamiento de aguas servidas. Estas plantas se veían sobrepasadas en su capacidad al ocurrir tormentas. En ese entonces se optaba por evacuar los excedentes de agua, por sobre la capacidad de las plantas de tratamiento, a los campos vecinos, ríos y lagos bajo el supuesto que estas aguas mezcladas de desagües domésticos, industrias y lluvias se auto—depuraban solas y además los químicos y otros residuos se diluían en la gran masa de agua. Suponían que así se evitaban los riesgos para la salud y el medio ambiente.

A partir de la década de los cincuenta se decide construir sistemas de evacuación de aguas de lluvia separados de los sistemas de desagüe doméstico y en lo posible también independientes de los de zonas industriales. El problema de la evacuación de aguas de lluvia, sin embargo, adquiere dimensiones cada vez más preocupantes. Se percatan primero que el costo de construir los sistemas de drenaje subterráneo son enormes. Además constatan que la gravedad de la contaminación de las aguas de drenaje urbano superficial son tanto o más graves que las de residuos domésticos en particular por la presencia de metales pesados. Los sistemas colectores no hacen más que concentrar esta contaminación en algún punto de salida siendo más grave en ese lugar.

El tema de mantenimiento y operación de los colectores se hace aun más complejo dado que la ciudad, al crecer constantemente, crea nuevas microcuencas urbanas con cada modificación de la superficie debido a la construcción de vías de transporte y edificaciones de todo tipo. Estas microcuencas totalmente pavimentadas en algunos casos responden de manera muy rápida a una lluvia y vierten sus descargas de acuerdo a los cambios de topografía causados por los movimientos de tierra. Los colectores, diseñados para otras condiciones, colapsan por el incremento del agua aportada y colapsan también durante las tormentas por obstrucciones no programables lo cual implica que es necesario tener capacidad de operar el sistema de evacuación con información en tiempo real.

Todo ello redunda en un aumento de costos para evitar inundaciones en zonas habitadas así como en tratamiento de las aguas de escorrentía, sobre todo las “puntas” de agua ("first flush") que vienen con mayor cantidad de residuos químicos y metales pesados.
 
 
La preocupación por encontrar medios para abaratar los costos de manejo de aguas de lluvia tanto en calidad como en cantidad hace surgir la opción de la “detención e infiltración” de estas aguas en todo el trayecto en que escurre. Es decir que la mejor solución encontrada no es en tratar de que el agua de lluvia se evacue lo más rápido posible, si no en detenerla en una serie de lugares como estanques, plazas, jardines y, en general, depresiones controladas con vertederos el tiempo suficiente para que se infiltre una buena cantidad de las aguas. Estos decantadores de agua deben diseñarse durante el proceso de planificación del uso del territorio o, en su defecto, deben habilitarse mediante compra de espacios apropiados para hacerlos. Las agencias de cuenca de Francia, bajo el principio de que debe haber solidaridad entre los usuarios del agua y habitantes de una misma cuenca invierten.
Publicado por.
Mag. Ing.  Fernando  Vàsquez  Perdomo

2 comentarios:

  1. Eso es lo que paso, en el último incidente el mes de febrero pasado en Arequipa. Donde por la gran cantidad de lluvia en las partes altas de la ciudad, ocasiono que dichas aguas busquen su caudal natural. Pero por la irresponsabilidad de las personas que construyeron sus viviendas practicamente en el cause natural. Ello hizo que se genere distorsiones y cambio de dirección de las aguas.

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  2. En Ayacucho hace 03 años paso un accidente lamentable por la falta de un adecuado análsiis de riesgos de desastre debido a un huayco proveniente de la quebrada denominada Picota, la cual cobro muchas vidas humanas y fue una semana muy triste para todos los Ayacuchanos, al sentirnos debiles ante la furia de la naturaleza. Actualmente no hay mejoras ni obras orientadas a minimizar estos riesgos y posiblemente las precipitaciones inusuales generaran nuevas muertes, ya que las quebradas siguen repletas de residuos sólidos, piedras y material suelto.

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